La resistencia al cambio y la búsqueda de nuevos horizontes
La historia de Jesús y el endemoniado gadareno, relatada en los Evangelios, encierra un mensaje profundo sobre la naturaleza humana y la resistencia al cambio. A través del acto de liberar a un hombre poseído por una legión de demonios, Jesús no solo muestra su poder y compasión, sino que también expone la reacción de las personas que presenciaron este milagro. En lugar de alegrarse por la sanación del hombre, los habitantes de Gadara prefirieron pedirle a Jesús que se alejara de sus tierras, revelando una verdad que aún hoy en día nos desafía a reflexionar: a menudo nos aferramos a lo familiar, incluso si es perjudicial, antes que abrazar lo desconocido y arriesgar una transformación positiva.
El rechazo de Jesús por parte de los gadarenos es un claro ejemplo de cómo las personas pueden temer los cambios que amenazan su zona de confort. A pesar de la liberación del hombre endemoniado, la comunidad se sintió perturbada por la pérdida de sus cerdos y por la alteración de su rutina. Prefirieron conservar la estabilidad aparente de su vida diaria, aunque estuviera marcada por la presencia de un mal evidente, antes que aceptar una nueva realidad de libertad y sanidad. Este temor al cambio resuena con fuerza en nuestras propias experiencias: a menudo elegimos mantener patrones de comportamiento o creencias que nos son familiares, aunque sean dañinos, porque nos brindan una falsa sensación de seguridad.
En el contexto actual, esta lección tiene una gran relevancia. Muchas veces, nos encontramos en situaciones donde nuestras ideas, proyectos o incluso nuestra esencia son rechazados o no valorados. En esos momentos, es natural sentir frustración y cuestionar nuestro lugar. Sin embargo, tal como hizo Jesús al retirarse de Gadara, también nosotros debemos aprender a reconocer cuándo es el momento de alejarnos de lugares que no nos reciben con apertura. Esto no significa rendirse o abandonar nuestra misión, sino más bien identificar cuándo es necesario buscar nuevos espacios y personas que nos acepten y nos permitan crecer.
El verdadero desafío radica en desapegarnos de lo que conocemos y tener el coraje de emprender un nuevo camino. La historia del gadareno que fue liberado nos recuerda que, aunque al principio el cambio puede parecer intimidante, este abre la puerta a la posibilidad de una vida renovada. Así como el hombre sanado se convirtió en un testigo de la obra de Jesús, cada uno de nosotros puede encontrar nuevas oportunidades y comunidades que valoren nuestra presencia y nutran nuestro potencial.
En última instancia, salir de lugares donde no somos bienvenidos no debe interpretarse como un acto de debilidad, sino como una expresión de nuestra fortaleza interior. Nos impulsa a buscar contextos donde podamos florecer, donde nuestra esencia sea apreciada y donde podamos contribuir con lo mejor de nosotros mismos. Así, al igual que el gadareno, podemos transformarnos en testimonios vivientes de lo que significa abrazar el cambio y dejar atrás el miedo, para vivir en plenitud y libertad.
La historia de Jesús y el endemoniado gadareno nos invita a reflexionar sobre nuestras propias resistencias y a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a dejar atrás lo conocido, aunque sea doloroso, para adentrarnos en lo incierto y descubrir un futuro de crecimiento? Tal vez sea en el riesgo de lo desconocido donde finalmente encontramos la verdadera sanación y las oportunidades de ser quienes estamos llamados a ser.
Por. Lic Douglas Paredes L.