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viernes, 4 de octubre de 2024

La resistencia al cambio y la búsqueda de nuevos horizontes

 La resistencia al cambio y la búsqueda de nuevos horizontes

La historia de Jesús y el endemoniado gadareno, relatada en los Evangelios, encierra un mensaje profundo sobre la naturaleza humana y la resistencia al cambio. A través del acto de liberar a un hombre poseído por una legión de demonios, Jesús no solo muestra su poder y compasión, sino que también expone la reacción de las personas que presenciaron este milagro. En lugar de alegrarse por la sanación del hombre, los habitantes de Gadara prefirieron pedirle a Jesús que se alejara de sus tierras, revelando una verdad que aún hoy en día nos desafía a reflexionar: a menudo nos aferramos a lo familiar, incluso si es perjudicial, antes que abrazar lo desconocido y arriesgar una transformación positiva.

El rechazo de Jesús por parte de los gadarenos es un claro ejemplo de cómo las personas pueden temer los cambios que amenazan su zona de confort. A pesar de la liberación del hombre endemoniado, la comunidad se sintió perturbada por la pérdida de sus cerdos y por la alteración de su rutina. Prefirieron conservar la estabilidad aparente de su vida diaria, aunque estuviera marcada por la presencia de un mal evidente, antes que aceptar una nueva realidad de libertad y sanidad. Este temor al cambio resuena con fuerza en nuestras propias experiencias: a menudo elegimos mantener patrones de comportamiento o creencias que nos son familiares, aunque sean dañinos, porque nos brindan una falsa sensación de seguridad.

En el contexto actual, esta lección tiene una gran relevancia. Muchas veces, nos encontramos en situaciones donde nuestras ideas, proyectos o incluso nuestra esencia son rechazados o no valorados. En esos momentos, es natural sentir frustración y cuestionar nuestro lugar. Sin embargo, tal como hizo Jesús al retirarse de Gadara, también nosotros debemos aprender a reconocer cuándo es el momento de alejarnos de lugares que no nos reciben con apertura. Esto no significa rendirse o abandonar nuestra misión, sino más bien identificar cuándo es necesario buscar nuevos espacios y personas que nos acepten y nos permitan crecer.

El verdadero desafío radica en desapegarnos de lo que conocemos y tener el coraje de emprender un nuevo camino. La historia del gadareno que fue liberado nos recuerda que, aunque al principio el cambio puede parecer intimidante, este abre la puerta a la posibilidad de una vida renovada. Así como el hombre sanado se convirtió en un testigo de la obra de Jesús, cada uno de nosotros puede encontrar nuevas oportunidades y comunidades que valoren nuestra presencia y nutran nuestro potencial.

En última instancia, salir de lugares donde no somos bienvenidos no debe interpretarse como un acto de debilidad, sino como una expresión de nuestra fortaleza interior. Nos impulsa a buscar contextos donde podamos florecer, donde nuestra esencia sea apreciada y donde podamos contribuir con lo mejor de nosotros mismos. Así, al igual que el gadareno, podemos transformarnos en testimonios vivientes de lo que significa abrazar el cambio y dejar atrás el miedo, para vivir en plenitud y libertad.

La historia de Jesús y el endemoniado gadareno nos invita a reflexionar sobre nuestras propias resistencias y a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a dejar atrás lo conocido, aunque sea doloroso, para adentrarnos en lo incierto y descubrir un futuro de crecimiento? Tal vez sea en el riesgo de lo desconocido donde finalmente encontramos la verdadera sanación y las oportunidades de ser quienes estamos llamados a ser.


Por. Lic Douglas Paredes L. 

miércoles, 25 de septiembre de 2024

La oración de Daniel

En este espacio analizaremos la oración de Daniel:


Podemos  ahora  resumir  en  cinco  puntos  el  mensaje  espiritual  de  la  oración  de  Daniel,  un  mensaje que  se  halla  por  doquier  en  la  Biblia.  Primero,  el Señor  es  «el  Dios  grande  y  terrible»  (9,  4).  Dios  ha de  ser  venerado  y  reconocido  como  lo  que  es:  el  Ser supremo,  creador  de  los  cielos  y  la  tierra.  El  temor del  Señor,  expresión  que  se  halla  muchísimas  veces en  el  Antiguo  Testamento,  implica  la  actitud  de  respeto  y  amor  que  habría  que  tener  hacia  Dios  como hacia  un  padre,  y  las  obligaciones  morales  que  derivan  de  ese  amor.  «Y  ahora,  Israel,  ¿qué  es  lo  que  te pide  JHWH,  tu  Dios,  sino  que  temas  a JHWH,  tu  Dios, sigas  todos  sus  caminos,  ames  y  sirvas  a  JHWH,  tu Dios,  con  todo  tu  corazón  y  con  toda  tu  alma?»  {Dt 10,  12;  cf.  Mal  1,  6).  El  Nuevo  Testamento  añade otra  verdad:  «Dios  es  amor»  (1  Jn  4,  16).  El  amor de  Dios  se  manifestó  de  forma  incuestionable  cuando  Jesús  murió  por  nosotros  en  la  cruz  (Jn  3,  16).

Segundo,  sólo  Dios  es  quien  salva.  En  el  Éxodo, Dios  condujo  a  su  pueblo  fuera  de  la  tierra  de  la  esclavitud  en  Egipto  (cf.  9,  15)  a  la  Tierra  Prometida de  la  libertad  {Éx  13,  3.14;  Dt  5,  6;  6,  21-23).  También  nosotros  podemos  hallar  la  salvación  y  la  libertad  sólo  en  Dios  {Gal  5,  1;  1  Pe  2,  16).  Nuestra tecnología  y  nuestros  artilugios  pueden  satisfacer  momentáneamente  nuestras  necesidades  físicas  y  emocionales,  pero  sólo  Dios  puede  cumplir  los  anhelos más  profundos  de  nuestro  espíritu.

Tercero,  Dios  es  justo  (cf.  9,  7).  Esto  significa  que Dios  siempre  hace  lo  que  es  recto  y  justo.  Pero  significa  también  que  Dios  siempre  actuará  de  acuerdo con  su  naturaleza,  que  se  caracteriza  por  su  amor firme  y  su  santidad.  Dios  también  nos  exige  justicia y  santidad.  «Habla  a  toda  la  comunidad  de  los  hijos de  Israel  y  diles:  Sed  santos,  porque  yo, J H W H ,  Dios vuestro,  soy  santo»  (Lev  19,  2). Jesús  nos  dice:  «Sed, pues,  perfectos,  como  perfecto  es  vuestro  Padre  celestial»  (Mt  5,  48).

Cuarto,  Dios  es  un  juez  justo  (cf.  9,  11-14)  que no  dejará  el  pecado  impune  (cf.  Lev  26,  14-39,  Dt 28,  15-68;  Mt  25,  41-46;  Le  10,  13-15).  La  cólera  de Dios  es  un  corolario  de  esta  verdad.  La  presunción es  un  pecado  grave.  «Pues  bien  conocemos  al  que  ha dicho:  La  venganza  es  cosa  mía;  yo  daré  lo  merecido.  Y  en  otro  lugar: El  Señor  juzgará  a  su  pueblo. ¡Terrible  cosa  es  caer  en  manos  del  Dios  vivo!»  (Heb 10,  30-31;  cf.  Dt  32,  35;  Rom  12,  19).

Quinto,  el  Señor  es  un  Dios  de  esperanza  y  misericordia  (cf.  9,  9.17-19).  El  mirará  con  compasión y  amorosa  indulgencia  a  los  que  se  arrepientan  de sus  pecados  y  vuelvan  a  él  (cf.  Ex  34,  6;  Dt  4,  31; 7,  9;  Ef  2,  4-7).  Nunca  estamos  más  allá  de  la  esperanza,  a  menos  que  pensemos  que  somos  un  caso desesperado,  en  cuyo  caso  cumpliremos  nuestra  expectativa.

Cuando  nos  sentimos  indignos  de  las  encomiendas  propias  de  nuestra  vocación,  el  Señor  que  nos  llamó  nos  dará  la  fuerza  que necesitamos.  N o  estamos  solos.  El  Señor  está  siempre  a  nuestro  lado.  Tenemos  que  confiar  en  Él,  pues Él  nunca  ha  fallado  en  sus  promesas.

Por  eso  los  jóvenes  deberían  cobrar  ánimo  cuando  son  llamados  por  Dios  para  un empeño  particular.  Los  obstáculos  parecen  formidables,  pero  Dios  no  nos  llama  nunca  a  hacer  su  obra sin  darnos  la  gracia  y  la  fuerza  para  llevarla  a  cumplimiento.  La  llamada  del  joven  Jeremías  para  convertirse  en  profeta  es  un  ejemplo  sobresaliente.

Dios  nos  ha  llamado  a  hacer  su  obra  en  cualquier vocación  que  tengamos.  Pero  como  Daniel  en  este relato,  no  debemos  esperar  una  inspiración  divina  directa  para  que  nos  diga  lo  que  debemos  hacer  o  dejar de  hacer.  Dios  espera  que  empleemos  nuestra  inteligencia  y  talentos  así  como  nuestra  imaginación  cristiana  para  organizar  nuestra  vida  y  hacer  su  voluntad.

Una vida  plena  y  satisfactoria  no  consiste  en  lo  que  tenemos  y  dónde  vivimos,  sino  en  lo  que  somos  y  cómo vivimos.

Creemos  en  un  Dios  de  amor,  pero  también  en su  justa  ira.  Él  no  será  burlado  por  la  arrogancia  humana,  la  codicia  y  la  insensibilidad  hacia  los  pobres.

¿Hablamos  francamente  y  con  fuerza  en  cuestiones  morales  como  la  pornografía,  la  violencia  televisiva  y  la programación  indecente,  y  la  falta  de  interés  por  los pobres  y  los  que  no  tiene  hogar?  Como nos  recordó  Oliver  Goldsmith:  «El  silencio  es  complicidad»


Por Lic. Douglas Paredes L. 


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viernes, 11 de marzo de 2022

El cántico de Gomer

 Escúchelo en Spotify...Aquí

Basado en el libro del profeta Oseas



El cántico de Gomer

Te alabo mi Señor y Creador de todos los cielos y las estrellas
Porque te dignaste de tu sierva,
Las alianzas con Egipto o con Siria no salvaron a tu pueblo pero fue tu amor,
tu eterno amor,
La nación del norte buscaba amor en el lugar equivocado, así como yo.
Aparecí callada cuando contaron mi historia, mis labios fueron sellados.
Me expusieron desnuda, me encerraron, usaron violencia contra mí los hombres
Pero tu amor me liberó.
Me diste hijos, aunque no me preguntaron si quería o no, quisieron usar mi vientre.
Pero tú abriste mi boca y honraste a mi descendencia.
Mis enemigos hablaron de mí, murmuraron me llamaron prostituta, y despreciaron a mi familia, así como tú ya lo habías señalado que lo harían.
Me sacaste de las manos de los Cananitas y sus requisitos de fornicación durante mi juventud.
Siendo escogida por ti, me liberaste de la promiscuidad.
Aunque excluida, me demandaron hijos, los tuve, y los amé, pero ¡fueron mis hijos también!.
Los nombres dados a mis hijos, yo también los escogí, yo sabía cómo estaba el pecado de mi pueblo. Dejaron en la sombra a mi madre. Solo reconocieron a mi padre. Pero tú la reconociste.
Cuando la nación del Norte buscaba seguridad en la guerra, enviaste a tu profeta.
¡Te alabo porque me hiciste parte de ese llamado!.
Sufrí en manos de los hombres adúlteros que ofrecían joyas, riquezas.
Me ayudaste con tu amor, para resistir a hombres y sus riquezas, demandando mi cuerpo.
A los poderosos, a los ricos que ahora abundan, a los que tienen joyas y perlas tú los exhibes.
Su pecado en secreto promoviendo la prostitución lo hiciste público.
Creen que así como la lluvia es esperma para la tierra, ellos seducen a las jóvenes. Su Baal es muerte.
Tú los exhibiste con su lujuria, su lascivia, y su pecado.
¡Tú levantas del polvo a la gran mayoría de mujeres pobres!
A los hombres que aman la guerra, y aman la violencia, que venden su alma y cuerpo a la guerra, tú los llevaste a la dependencia económica, represión y la deportación.
Demostraste que tú eres el Dios verdadero, no el poderío militar de Egipto y Asiria.
Tú eres la paz para tu pueblo.
Me sacaste de la esclavitud por el amor eterno que mostraste.
Creían ser dueños de mí, pero tú siempre fuiste mi único dueño y Señor.
Cuando mi esposo se distanció y dijo que yo no era su esposa, avergonzándose de mi frente a todos.   
Tú nunca te alejaste de mi Señor, mi restaurador.


Tú levantas del polvo a las despreciadas, a las forzadas a callar, a las condenadas por los hombres
Por ti es que pude proveer para mi familia y cuidar de mis hijos al fin.
Me llamaron promiscua por una razón y solo una,

Porque el pueblo era promiscuo y yo era parte de ese pueblo.
Ahora todas las generaciones me llamarán bendecida y restaurada por tu amor.

¡No hagan imagen de Dios en la imagen de ningún hombre!
¡Solo Dios es perfecto y verdaderamente diverso!

 


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